Bienvenidos a mi blog.
En él os voy a contar mi experiencia como voluntario en Angola. ¿Qué tiene de especial? No lo sé. Yo soy un médico de familia y de emergencias que he sido "invitado" a Angola para "echar una mano". Os invito a compartirlo conmigo.
No sé lo que me espera pero seguro que será algo bueno. Un saludo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Fetiches

Los Feticheiros
El fetiche en España es un objeto que te da más o menos suerte. En medicina lo utilizamos para indicar que una persona fija su deseo sexual en un objeto inanimado, con el que obtiene el máximo placer sexual (fetichismo).
En Angola el Fetiche es el hechicero, el que echa el mal de ojo.
Pero gracias a Dios existe el quimbanda o fimandero o quimadero. Éste tiene la alta  responsabilidad de encontrar a aquél que hizo el hechizo y que ocasionó la muerte del niño… o del abuelo, o de la  vaca. Es el adivinador.
Hasta ahí todo  nos suena a historias leídas e incluso estudiadas. Pero en Angola el significado es otro.
En este país conviven varias etnias, creencias y formas de ver la vida. Esos conceptos ancestrales son muy complicados de eliminar. E incluso podríamos  pensar que quién es nadie para cambiarles su “tradición”. 
Hasta aquí supongo que todos estamos de acuerdo.
Pero  aquí  este concepto toma otro cariz.
Si un niño muere hay que  ir al quimbanda para que adivine quién fue  “el capullo” que le echó el mal de ojo y le mató. Curiosamente el “gran mamón” culpable suele ser personas cercanas a la familia (quién si no) sobre todo indefensos: abuelos o niños. El culpable lo tiene mal. A partir de ahí hay que  limpiarle, purificarle. Las acciones son variadas y no vienen al caso, pero lo mejor y lo más habitual es que lo separen de la familia y le “arrojen a la calle”. Lo normal es que esas prácticas lo traumaticen y le dejen “loco” o malucho (que dicen aquí).
Este predicción obliga a que TODOS los familiares del finado acudan al óbito, porque el que no viene… seguramente será el feticheiro.  Pero como efecto secundario tiene que  la familia del obituado se gasta todo el dinero, porque tiene que dar de comer a todos los familiares que vienen (algunos son primos que hacía 30 años que no se veían, pero… cualquiera no viene!!).
Y después lo dicho…  la purga.

No sólo ocurre  con los que mueren.
He conseguido estar en la consulta de un médico argentino local, con amplia experiencia en enfermedades tropicales, lo que me está ayudando a conocer la patología  de aquí. Llevan historia clínica  en la que escriben las patologías, tratamientos y evolutivos (como si de un país civilizado se tratara).
Cuando el paciente hace más de 4 -5 meses que no va a consulta lo primero que se le pregunta es “¿Dónde estuviste todo este tiempo, estuviste fuera, te hiciste rico o fuiste al quimbanda?, al quimbanda verdad?”  Normalmente es así.
Por eso os contaré el caso de un paciente de 50 años, diabético que hacía 6 meses que no acudía a la consulta. “¿porqué no viniste desde entonces, estabas controlado; ahora tienes 350 a azúcar?... Fuiste a fimandero? Cuanto te sacó, dime, dime?” en ese tono argentino embaucador pero en portugués local mezclado con chowco. “30.000””¿30.000 kwanzas, 300 dólares? Y qué te dio un hechizo, un bebedizo?”.
Pobre  gente. ¡Qué tristeza  y que coraje!. Robar a los pobres…  Seguramente tuvo que pedir prestado a toda la familia y a más, y ahora… pobre y diabético.

Por no contar los consejos (errados?) de los ancianos y las costumbres “ancestrales”. Aquí también le introducen el biberón pronto, casi tan pronto como en España  (a partir incluso del 1º ó 2º mes). Pero como saben que el agua no es buena y también para evitar los cólicos del lactante,  preparan el biberón añadiéndole al agua un ajo, una bolita de naftalina, una raíz de jengibre, palitos y piedrecitas. Por eso cuando el niño de  1 – 2 meses  llega a la consulta con aspecto malo, dolores abdominales, etc  el interrogatorio se  hace dirigido: ¿le das ya biberón, verdad?.  Sí. Déjamelo ver (dice mientras la médica se abalanza al bolso de la madre y le busca el biberón con todos esos venenos dentro. Muchas veces ese suele ser el diagnóstico. El tratamiento, por desgracia es  y será por tiempo, más complicado.

Domingo 31

31 Julio 2011
Primer despertar en Lwena.
Como  ya   tu ritmo es “solar”, a las 6 estás despierto.
Hoy es domingo. Todo está  relajado.
Después de desayunar vamos a misa.
Aquí la misa dura entre 90 y 120 minutos. Reúnen a casi 1000 niños,  adolescentes y jóvenes. Sólo la entrada (bailan pasito a pasito desde el fondo de la iglesia hasta el altar) dura 10 minutos.  Los canticos, el colorido, la participación… todo  sorprende.
Después de comer me apunto para ir a un poblado (kawungu) con un grupo de animadores (2 brasileñas, un italiano, un uruguayo y dos angolanos). Vamos en el todoterreno. 
El camino es de tierra con constantes boquetes en el suelo. La impresión es muy similar a cuando te montas en “el gran Kan”  de Port-aventura… sólo que cada vez que “caes en el bache” notas el tirón en tu clavícula.
Durante el camino vemos algunos árboles pintados de rojo. Significa que es zona minada, mejor no tengas un “apretón”  por ahí.
Tras una hora (25 km) llegamos al poblado. Llegamos gracias a las indicaciones de Joao, un joven angolano animador; no porque los otros no hayan ido más veces, sino porque todos los caminos parecen iguales.
A la entrada no hay cartel de bienvenida, ni siquiera del nombre  de él. Se sabe que estás en él porque hay una construcción grande a la izquierda que es  una iglesia.
Junto a ella  un dispensario; lo construyeron los salesianos y lo usan los enfermeros gubernamentales. Aunque deberían de ir a diario sólo lo hacen de miércoles a viernes (si van).
 Tocan la campana. Se van acercando los niños y los animadores les reúnen para hacer unos juegos y cantar y bailar. Después un poco de catequesis y de repaso de las lecciones. 
Hay un niño de meses, en brazos de  su madre, que tiene un ojo malo. Le atendieron hace ya 2 días y no mejora, se  pasó al otro ojo. El ojo impresiona. Hablaremos con los enfermeros para que vengan antes y le den también antibióticos orales. Aquí no parece haber prisa para casi nada. 
Damos una vuelta por el poblado: 30 – 40 cabañas cuadradas dispersas, a veces formando grupos de 2 ó 3. No hay plaza definida. Hay una cantina. Es una choza pero con un lateral abierto y un mostrador de madera.
Todo está sucio. No sé si aprecian la limpieza  pero todo está lleno de plásticos, de latas, de suciedad. Hay un grupo de hombre en corro. Miran con cierta  frialdad. Pero al levantarle la mano te saludan sonrientes “boa tarde”.
A alguno le  encontramos de  camino y nos paramos a hablar.” Sois chinese?””  No somos chineses, somos blancos…”.  Aquí los  chineses (chinos) son muy mal vistos. Desde hace uno años  los chinos consigue todas las concesiones gubernamentales para realizar grandes obras como carreteras, edificios…  Alguien debe estar haciendo plata  con las comisiones. Construyen muy rápido. Y se destruye más rápido  todavía. Viven en poblados propios, no se relacionan (sólo para buscar prostitutas). Trabajan a dos turnos… de doce horas. Hoy es domingo y no están trabajando ¿será  fiesta nacional en China?. 
A la vuelta, ya cayendo el sol,  me indican la carretera paralela  al camino que  están construyendo para rehacer la  vía férrea. Veo un  corte del terreno que han hecho para pasar una conducción de agua. No  hay cimiento, solo tierra apelmazada.  Malo. Ya los romanos construían mejor. Menos mal que aquí “sólo” llueve 9 meses al año, aunque eso  sí, de forma torrencial.