Bienvenidos a mi blog.
En él os voy a contar mi experiencia como voluntario en Angola. ¿Qué tiene de especial? No lo sé. Yo soy un médico de familia y de emergencias que he sido "invitado" a Angola para "echar una mano". Os invito a compartirlo conmigo.
No sé lo que me espera pero seguro que será algo bueno. Un saludo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La Jira

Lunes . 8 Agosto 2011.

Hoy es el cumpleaños de Samuel.

Por eso decidí hacer también “feriado” (fiesta).

El grupo de voluntarios de Roma (8) más 4 salesianos y yo nos vamos a pasar un día a un salto que hace el río Lwena antes de unirse con el Zambeze (uno de los río más grandes de África). Está cerca: 80 km; aproximadamente 2,5 h.

El primer tramo (30 km) es de asfalto (no sé si “chinese”). Recto como un tiro. Ya sabéis que en España está prohibido que las carreteras sean tan rectas; para evitar que tengamos que trabajar “demasiado” los del 112 les obligan a hacer curvas. Aquí no (estaría bonito, no hay más que 4 carreteras… )

Después viene una zona de obras. La carretera es de tierra prensada. En el lateral hay montones de tierra dispuestos para esparcirla. Supongo que esperan a la temporada de lluvias en las que el agua se encarga de esparcirla (eso sí, como si Joaquín y Samuel se suben a un montón de tierra …)



Cuando crees que “el camino” no puede empeorar más aparece un cartel a la izquierda invitándote a acercarte a la "Picada de Fachinda". Giramos a la izquierda y tenemos por delante 40 Km de “camino entrepinares”. Estos son unos caminos que ni se los imaginó Machado. Si no, en vez de decir aquello de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”… habría dicho algo parecido a “caminante, no hay camino… mejor date la vuelta y mañana ya veremos…”

El caso es que, caminando por este sendero con tu 4x4 (Chema, Matías… aquí seríais felices con la cantidad de bicharracos de estos que hay) y después de pasar por dos “aldeas” perdidas de la mano de Dios, llegamos a la orilla de lo que parece una laguna (cerca de la última aldea).

Al bajarnos descubrimos que lo que parecía una laguna es un remanso antes de que las aguas del río Lwena se dejen caer 20 metros hacia un pequeño desfiladero. Un espectáculo digno de verse.



Al llegar nosotros todos los vecinos (los primeros los niños) se van acercando a saludarnos. Son muy cumplidos; todos te dan la mano. Nos hacemos fotos con ellos. Hay mujeres pelando y lavando mandioca en el río.

Luego el grupo de “más jóvenes” deciden bañarse en el río. Aunque los salesianos dicen que el río está limpio yo se lo desaconsejo (alguien tiene que estar siempre tocando la pera, haciendo de Pepito grillo y esta vez soy yo). Pero aunque luego les tengamos que tratar de parasitosis diversas da gusto verlos disfrutar. Yo, por supuesto, no me bañé, pero ahora tengo que aguantarles sus chanzas sobre las bondades del baño en el Pisuerga.




Cuando decidimos comer la situación se complica un poco. Da un poco de “vergüenza” ponerte a comer cuando no sabemos si los lugareños comerán hoy. Así que decidimos comer por el camino de vuelta.

Cuando al poco vemos un pequeño claro paramos, limpiamos un poco de maleza y nos asentamos. Después del almuerzo unas moscas pequeñas hacen lo propio con nosotros. Son cansinas, no te dejan en paz. Y tras una breve sobremesa nos volvemos.

A pesar del traqueteo del jeep puedes ir observando la naturaleza aún agreste. Hay alguna zona de hierba quemada. Los locales suelen hacerlo para poder plantar mandioca y otros cultivos. A veces incluso “talan” una zona para clarear y cultivar y entonces conviven las mandiocas con los medianos troncos cortados al metro de altura. También se pueden ver hormigueros elevados (como termiteros) en forma de “hongo-casa de David el gnomo”.

Y vemos atardecer. Es cierto que el atardecer no se logra captar con una fotografía.

Esta noche voy a salir a la oscuridad (aquí es sencillo) para buscar la Cruz del Sur, que aún la ando buscando.

Como veis también aquí se puede disfrutar de un día de jira.